Cierto es que Internet se ha vuelto una herramienta que ya no solo nos ayuda a encontrar información o entretención. Ha ido mucho más allá. Sitios como Twitter nos preguntaban «¿qué estamos haciendo?» (que ahora cambió a «¿qué está pasando?»), por otro lado Facebook pregunta «¿qué estamos pensando?»; Foursquare «¿dónde estamos y con quién?»; Formspring le permite a los demás hacernos cualquier pregunta, aún de forma anónima. Y así con un sinnúmero de sitios y aplicaciones web que aparecen cada día.
Pensando un poco, podemos recordar que antiguamente gran parte de esta información se le consideraba privada y solo la llegaban a conocer nuestros más cercanos. Entonces, ¿cuándo fue que decidimos aceptar la necesidad de mostrar a los demás todo lo que somos? Interesante pregunta.
Otro hecho innegable es que Internet nos acostumbró a la vida rápida. Nos ocupamos absorbiendo toneladas de información a través de nuestros ojos y oídos. Tanto así que muchas veces se prefieren las conversaciones con amigos por sistemas de mensajería como el chat de Facebook, MSN Messenger, Google Talk, etc. La gracia es que no necesariamente tendremos toda nuestra atención en la conversación, sino que podremos tener muchas ventanas o pestañas abiertas y seguir absorbiendo información mientras interactuamos con los demás. Hasta el tiempo para comer es distinto; muchas veces se hace frente al PC (pobres teclados).
Nos acostumbramos también a la conectividad y sociabilidad online, ya que tampoco visitamos a las personas. Basta con visitar su perfil en alguna red social y ya nos enteramos de todo lo que le ha pasado durante el día. Además, ante cualquier eventualidad seguramente estará conectado a algún sistema de mensajería.
Todo lo anterior hace darnos cuenta de que poco a poco hemos ido ganando un nuevo miedo, hasta incluso una nueva fobia: la presencia de alguien frente a nosotros, que nos pueda mirar a los ojos y saber lo que realmente estamos pensando. Sin embargo, la necesidad de el contacto físico siempre está en nosotros; aunque generalmente se trata de ocultar o distraer con otras cosas.
Parece fácil publicar señales de lo que nos pasa, en las redes sociales; señales lo suficientemente sutiles para que nadie sepa realmente la realidad y útilmente alarmantes para que capture la atención de quién esperamos aparezca.
A lo que quiero llegar, es que esta «vida» online nos está acostumbrando a no enfrentar ni resolver los pequeños problemas u obstáculos que se nos presentan en el día a día. Tratamos simplemente de desviar nuestra atención. No queremos que alguien nos hable acerca de nuestros problemas porque no sabemos qué hacer; no hemos tenido tiempo para pensar ni para analizar nuestra realidad.
No quiero decir que estar online sea malo; pero si no sabemos cómo controlar y manejar inteligentemente esta vida online, nos veremos sobrepasados y con muchos problemas que parecen ser tan grandes y complicados, pero que no son más que los que tiene todo el mundo y que siempre tienen solución más sencilla y fácil de lo que pensamos.
Para finalizar me gustaría dejar algunas pequeñas recomendaciones que pueden ayudarnos:
- Al finalizar cada día; a pesar del cansancio y de lo tarde que nos acostemos por estar «conectados», dediquemos un par de minutos a repasar lo que hemos vivido durante el día. Preguntas útiles son: ¿qué hice? ¿con quién estuve? ¿qué podría haber hecho mejor? ¿de quién me olvidé? ¿qué señal pasó por inadvertida? ¿alguien necesitó mi ayuda y no me di cuenta?
- Procurar encuentros en persona con aquellas personas que valoramos más; sobretodo los que consideramos amigos.
- Valorar siempre de una forma especial y por sobre todos los demás a nuestra familia y a quienes han demostrado querernos tal como somos. Por internet pueden decirte muchas cosas, pero para aquellos no conocidos en persona solo eres un avatar que dice cosas; probablemente en una situación crítica las personas que están con nosotros no sean las que pensamos.
- Si alguien nos demuestra interés, cariño y/o afecto en persona, no lo despreciemos y por el contrario, agradezcamos y valoremos. No vaya a ser que un día se aburra de no recibir cariño de vuelta y simplemente desaparezca.
Eso por ahora. El tema da para mucho y mi intención es solo reflexionar y que ustedes, estimados lectores, puedan también hacerlo y tener su propia opinión. Agradezco sus comentarios. En una próxima entrada creo que trataré el tema de la búsqueda de identidad y lo cortas y desechables que se están volviendo las relaciones entre personas. Gracias por leer.