
¿Cuánto tiempo de nuestro día lo pasamos solos? trabajando, estudiando, durmiendo, comiendo, pensando, haciendo nada. ¿Cuántos de nuestros años de vida los dedicamos a construir nuestro «futuro profesional»? ¿Cuánto tiempo sacrificamos por alcanzar el tan anhelado título de ser «alguien en la vida»?
Son preguntas que debemos hacernos continuamente. Siempre estamos pagando un precio, siempre estamos sacrificando algo. Pero, ¿vale la pena el sacrificio? ¿vale la pena invertir tiempo, dinero, emociones, privaciones, dolor, soledad, tristezas por aquello que se busca?
Últimamente he sido bombardeado con comentarios, sugerencias, recomendaciones y muchas manifestaciones de gente mayor que trata de decir que debemos luchar por nuestra felicidad. Ahora que lo pienso tranquilamente, y miro nuestra sociedad. Pienso. ¡Cuánto hemos perdido! Gente pasa por esta vida, nace, crece y muere sin encontrar algo que lo llene de verdad, sin poder decir con propiedad «soy feliz, no pido nada más». ¿Puedes tú decirlo?
Cada día nos estamos transformando en personas individualistas, egocéntricas y consumistas indirectos. Si hasta ya podemos hacer todo «sin movernos de nuestro escritorio». Al final nos estamos encerrando en pequeñas burbujas de soledad, en las que los «amigos» no juegan un papel fundamental, sólo se mantienen en sus límites, en pasarlo bien, pero sin comprometerse mas allá.
Ahora llegamos al centro de lo que quiero decir hoy. ¿Qué valor tiene lo humano en nuestra vida? Pero en nuestra vida cotidiana, porque podríamos decir que es muy importante y que tiene mucho valor, pero que no vivamos de cosas humanas en la realidad.
Hoy quiero invitarte, estimado lector, a que comiences a explorar nuevos horizontes, horizontes de cosas que llenan el alma de cosas indescriptibles, intangibles, inmensurables. Eso que no se compra ni se vende, pero que sí se crea y se destruye.
¿Has regalado una sonrisa hoy? ¿Abrazaste a alguien? (respecto a esto, me comprometo hablar en otra entrada)
Hay algo tan especial que se obtiene sólo cuando dos o más personas entregan parte de sí en una conversación desinteresada, sin esperar que otros me hagan sentir bien, sino procurando hacer sentir bien a los demás. Esto es algo que he aprendido: se vive mucho más feliz cuando somos desinteresados con las personas, entregamos y damos sin esperar recibir nada a cambio. Entonces, cuando alguien nos entrega algo, el valor que le daremos no será el de «algo que yo esperaba, que tenía que ser», sino de «algo» inesperado! sorpresivo! grato! nuevo! ¿se nota cómo cambia el sentido de percepción del mismo suceso?
Nuestros más cercanos juegan un rol crucial en nuestras vidas. Ya lo dijo mi madre en su blog: la amistad «es el campo en donde sembramos amor y cosechamos agradecimientos». Cuando fuimos creados, nuestro Creador notó inmediatamente que no era bueno que estuviéramos solos, y nos enseñó a amarnos y vivir en una felicidad construida por nuestras relaciones humanas, por nuestro entorno humano, por esas personitas que te llenan día a día de cosas y momentos especiales.
¡Lucha por tu felicidad! Construye tu mundo sobre los valores fundamentales, esos valores intransables, nobles, incuestionables. Pero por sobre todo, disfruta tu naturaleza, disfruta ser un ser humano como fuiste creado. Eres único y el mundo necesita personas únicas para hacer cosas únicas que nadie más podría hacer. Es tu misión, tu legado, tu ser, tu felicidad.